De cómo Altāya se convirtió en Altea

En oposición a lo que muchos foráneos piensan, Altea la Vella no es el centro histórico de la actual Altea, sino un pequeño núcleo urbano, separado, que dio lugar a la actual población.
Es indiscutible que la actual villa de Altea constituye uno de los lugares más pintorescos y bellos de la costa de Alicante (la Costa Blanca).
El casco histórico se encarama sobre un cerro en cuya cúspide sobresale la emblemática Iglesia de Nuestra Señora del Consuelo, rodeada de tradicionales casas blancas y, cómo no, de numerosos talleres de todo tipo de artistas.
Pero, en contra de lo que muchos foráneos creen, Altea la Vella (Altea la Vieja) no se corresponde con el antiguo recinto amurallado de la actual Altea, sino que constituye otro núcleo urbano, situado a unos 3,5 kilómetros de esta y al norte del río Algar.
El origen etimológico de Altea se remonta, al menos, a la época de dominación islámica (siglos VIII-XIII), cuando se estableció un asentamiento denominado Altāya en el lugar hoy conocido como Altea la Vella (o el Poblet).
Sin embargo, algunas fuentes afirman que tal denominación podría haber sido la que otorgaron los griegos al río Algar, la cual habría sido adoptada posteriormente por los romanos y, más tarde, por los musulmanes.
Frente a las dos hipótesis parece cobrar fuerza la primera, ya que la presencia griega en estas costas fue muy escasa y se limitó al comercio con los fenicios y los iberos; históricamente se especuló con que en Dénia o Jávea pudo haber un asentamiento griego, aunque la falta de evidencias descartó esta posibilidad entre la comunidad investigadora.
Tras la Conquista cristiana, en el siglo XIII, Altāya pasó a denominarse Altea, aunque siguió bajo control musulmán durante algunos años debido a concesiones de vasallaje con el rey Jaime I y a alguna que otra rebelión capitaneada por el incansable al-Azraq.
Por entonces, Bellaguarda —el barrio más antiguo de la actual Altea— acababa de ser erigida por los cristianos y contaba con un baluarte defensivo, de cuyo conjunto formaba parte la torre homónima.

Los decretos de conversión de los musulmanes al cristianismo y, más tarde, de expulsión definitiva de los moriscos provocaron un significativo despoblamiento, cuyo resultado fue el completo abandono de la Altea primigenia (la antigua Altāya; hoy, Altea la Vella).
Paralelamente, en torno a Bellaguarda se había ido creando un pequeño caserío arropado por la protección del baluarte y, ya en los albores del siglo XVII, se concedió Carta Puebla para ocupar el nuevo emplazamiento de Altea, en la colina contigua a Bellaguarda.
Por fortuna, el emplazamiento primigenio (Altea la Vella) se comenzó a poblar de nuevo, y paulatinamente, a partir del siglo XVIII y en la actualidad constituye una apacible pedanía de Altea, situada a los pies de la siempre fascinante sierra de Bernia, frontera natural entre las comarcas de la Marina Baixa y la Marina Alta, pero esa ya es otra historia.
Estos y otros datos interesantes se recogen en el libro Paseos con historia por la costa de Alicante, ya disponible en librerías.