El imaginario popular en torno a la figura de San Jaime

Numerosos municipios y pedanías del antiguo Reino de Valencia celebran sus fiestas patronales en honor a San Jaime en el mes de julio, cuya onomástica tiene lugar el día 25.
La Historia y el imaginario popular se entremezclan en torno a este santo, cuyo nombre deriva del primigenio hebreo Iaakov, que se transformó en el latín Iacobus, este en su variante Iacomus y, este último, a su vez, en Jaime; otros nombres como Santiago, Diego o Jacobo comparten el mismo origen hebreo.
Pero vayamos al grano. Fue el rey cristiano, Jaime I de Aragón, quien fundó la primera cofradía en la ciudad de Valencia tras la Conquista cristiana en el siglo XIII, y esta no era otra que la entonces denominada «Confraria de Nostre Senyor Deu Jesucrist, la Verge Maria i sent Jacme Apostol», es decir, la actual cofradía de San Jaime.

Otra historia en torno al santo cobra forma legendaria y se sitúa en el siglo XI, cuando el Cid Campeador (Rodrigo Díaz de Vivar) se hallaba con su milicia acampado en las sierras de Petrer. En aquellas tierras se enfrentó en una encarnizada batalla a varios miles de mahometanos, quienes superaban con creces a los caballeros cristianos.
Todo parecía perdido cuando, de repente, apareció una refulgente luz de donde emergió un robusto caballero sobre un blanco corcel. Sus golpes valían por cien y pronto debilitó las fuerzas del enemigo musulmán, quienes huyeron del lugar ante tal amenaza: la certera espada de San Jaime.
Conseguida la victoria cristiana, dio el santo un gran salto al vacío y atravesó el ancho valle para aterrizar sobre la sierra del Caballo, la cual debe su nombre a aquel episodio bélico, de igual modo que la sierra del Cid, en la cual logró la victoria el caballero cristiano auxiliado por el apóstol Santiago.
Según otra leyenda, el santo también se dejó ver en el municipio de Relleu, donde quedó su huella marcada en la roca al partir la montaña en dos, en plena batalla contra los mahometanos; las consecuencias fueron la aparición del río Amadorio y la separación del Castillo del Benesit.
Otra versión indica que tal huella —la Patà de Sant Jaume— se debe, sencillamente, a una visita que el apóstol realizó a la población.
También la pedanía alicantina de La Canyada del Fenollar es lugar por el que transitó el apóstol, pues cuentan que cerca de la pequeña Ermita de San Jaime se encuentra enterrada una roca donde el caballo de este dejó grabada su huella.
Además, la tradición crevillentina cuenta que el famoso bandolero Jaume el Barbut (Jaime José Cayetano Alfonso Juan) organizó los días 24 y 25 de julio del año 1822 un gran festejo en la sierra de Crevillent, al que acudieron numerosos vecinos del municipio homónimo —paisanos del Robin Hood valenciano—, así como dos guitarristas que pusieron ritmo a las coplas que el Barbut se animó a cantar.

Y seguro que existen otras leyendas y tradiciones en torno a San Jaime en otros lugares. Si conoces alguna o deseas aportar algo sobre lo comentado en este artículo, puedes indicarlo más abajo, en los comentarios.
Enlaces de interés:
Historia y leyendas de San Jorge.
La Encantá morisca, e íbera, de la Vega Baja del Segura.
La Virgen andaluza que echó anclas en Santa Pola.